lunes, 19 de febrero de 2024

Un mito para saber lo que no quiero

Nicea era una Náyade, hija del Río Sangario y de la diosa Cibeles, era rebelde al amor y solo le gustaba la caza. En general las seguidoras de Artemis eran amantes de la caza y odiaban a los hombres.

Un día un pastor de Frigia llamado Himno intentó seducirla y, según dicen, no recibió más que desdeño. Pero como Himnos no se resignaba el fracaso, Nicea lo mato con sus flechas.

Eros, una de las divinidades del amor, indignado con Nicea, inspiró en Dionisio, el dios del vino, una pasión violenta por la Náyade, a la que había visto desnuda en el baño. Pero Nicea tampoco quiso ceder al Dios y lo amenazó también con sus flechas si no la dejaba en paz.

Dionisio transformó en vino el agua de la fuente donde Nicea bebía, y una vez que la vio completamente borracha, se le abalanzó. Cuentan que poco y nada le costó adueñarse de ella y que, incluso en los primeros momentos de lucidez, La Náyade quiso suicidarse, pero luego de un tiempo terminó por acostumbrarse a Dionisio, hicieron las paces y tuvieron varios hijos.

Pésima historia.

Pésima historia porque no puedo aceptar la idea de un amor que sea fruto de la costumbre. De la costumbre a una situación vuelta realidad de la que somos presos. 

Me niego a aceptar tal cosa.

Aunque hayan sido mis propias acciones las que me haya encadenado poco a poco en la realidad que parece imposible cambiar, me resulta aberrante pensar en acostumbrarse a algo que me robe la búsqueda por el gusto de la vida. Al punto en que la resignación empieza a nublarse y me haga creer que estoy eligiendo eso. 

No. Huí de ahí. No lo quiero.

El recurso central para que el amor tenga lugar es la libertad. Si no hay libertad, no sirve.

Libertad de explorar quién soy yo mismo y en qué lugares dentro de mí radica el fogón donde se enciende la llama, cuál es la madera que más arde y cómo crear la chispa justa que desata el fuego del deseo.

Pero no hablo del amor en su forma sublime, nadie menos indicado que yo para mencionarlo.

Hablo del amor en su forma más terrenal. Ese es el amor que más libertad necesita. 

Únicamente nace el deseo con la libertad.

Del otro amor, del del tipo institucional se puede hablar podemos hablar con otro cuento, y hasta quizá podamos renunciar a cierta libertad en defensa de causas que pueden parecernos más importantes, como la prosperidad personal, o la de nuestra familia, qué se yo…

Pero el deseo… El deseo sólo nace si sos libre. Sino no.


martes, 23 de mayo de 2023

Las constelaciones no existen

No hay nada más ficticio que las constelaciones. Me quedo pensando del pensamiento anterior, las constelaciones que conocemos no solo no tienen poder alguno sino que no existen en ningún otro lado del universo que en el Planeta Tierra. Son sólo ideas humanas, construcciones humanas respecto a distibuciones completamente aleatorias de las estrellas y planetas en el universo. Solamente las podemos tomar como universales si es que existiera un telón de fondo en el cielo. Y entonces, sí las estrellas formarían algo, por así decir un diseño en un plano.

Un diseño puramente funcional a nuestro punto de vista, que es este de la tierra. Desde cualquier otro lugar del espacio estelar Orión, por traer una vez más al Héroe del cuento del al lado, no se ve. Se observaría, si es que se es lo suficientemente creativo, otra cosa distinta. Mayormente si es que uno se encuentra cerca de Orión, supongamos en medio de las Tres Marías, esa, la del medio, o sobre la estrella del puñal del Cazador de Beocia. Imposible de ver. No existe sino desde la tierra.

No hay nada más ficticio que una constelación. Lo que las hace bellas. Después de todo son ideas. Ideas profundamente humanas y nacidas únicamente aprovechando la imperfección de la visión humana del universo. Y se sabe que la de Orión es la más hermosa de todas ellas.

Hay otras versiones del mito mencionado, unas dicen que Orión murió a causa del veneno de la picadura del escorpión y que Artemis estaba resentida con él por haber requerido amorosamente a una de sus compañeras vírgenes, las siete pléyades. Otros dicen que no, que las pléyades no eran vírgenes: tres de ellas habían tenido relaciones con Zeus, dos con Poseidón, una con Ares y la séptima, Méropa, se había casado con Sísifo de Corinto, que era mortal, razón por la cual fue expulsada de la constelación. Lo cual, sin ir más lejos, es cierto. Hace unos 4000 años una de las estrellas de la constelación de Las Pléyades se extinguió y por eso se la ve más oscura.

Desvarío en este asunto pensando una vez más, incapaz de confirmar ni desmentir si es que el poder, si la influencia en nuestra vida proveniente de las estrellas o las constelaciones es inherente a cada uno de los cuerpos celestes, si es que siguen vivas o no, o solamente es nuestra tan inocente como poderosa imaginación respecto a lo que nuestros ojos nos quieren hacer creer que vemos. 

Otra vez, más pienso, más me pregunto.

lunes, 15 de mayo de 2023

Orión, el cazador (simplificado)

Era un cazador de Iria en Beocia y, hay que decirlo, el hombre más bello entro todos los mortales. Hijo de Poseidón, Dios del mar y de Euríale.

Un día en Quíos se enamoró de Mérope, hija de Enopoión, Nieta de Dionisio. Enopión había prometido a su hija Mérope a Orion si este conseguía liberar la isla de las peligrosas bestias salvajes que la infectaban. Orión cumplió con su tarea y la reclamó como esposa, se dice que todas las noches le llevaba a Mérope las pieles de las bestias que había matado.

Enopión mostró su calidad de tramposo diciendo que todavía creía escuchar varias bestias merodear la isla y se negó a entregar a Mérope, debido a que él mismo estaba enamorado de su hija. Disgustado Orión se bebió esa misma noche un pellejo de vino, irrumpió en el dormitorio de la dama y la forzó a yacer con él.

Enterado Enopión, se enojó y fue a ver a su padre Dionisio, este envió a los sátiros para perjudicar a Orión, lo animaron a beber vino sin cesar hasta que el héroe cayo dormido. En ese momento Enopión le sacó los ojos y lo abandonó en la orilla del mar.

Un oráculo anunció que el ciego, orión, recuperaría la vista si viajase hasta el Este y volvía las cuencas vacías de sus ojos hacia Helio, en el punto exacto en que asoma en la mañana sobre el océano.

Orión comenzó a remar inmediatamente en una pequeña barca y, guiándose por el sonido del martillo de un cíclope, llegó a Lemnos. Allí entró en la Fragua de Hefesto, agarró a un aprendíz llamado Cedalión y lo llevó sobre sus hombros como guía. Cedalión condujo a Orión por tierra y mar hasta que finalmente llegaron al lugar más remoto del océano donde Eos, la Aurora, se enamoró de él y Helio, su hermano, le devolvió la vista.

Eos, la de los dedos rosados y túnica color de azafrán, se levanta de su lecho en Oriente al término de cada noche, monta su carro tirado por los caballos Lampo y Faetonte, y se dirige al Olimpo anunciando la llegada de su hermano Helio. Cuando este aparece, ella se convierte en Hémera y acompaña a Helio en su viaje hasta que, en su tercera forma de Hesperia, en el país de las Hespérides, anuncia la llegada de ambos, sanos y salvos, a las orillas occidentales del océano. El ocaso.

Resulta que Eos tuvo un amorío con Ares el marido de Afrodita, la diosa del amor. Esta los encontró en la cama y maldijo a Eos, condenándola a desear constantemente a jóvenes mortales. Y, a partir de ese momento comienzan a suceder una serie de seducciones vergonzosas de parte de Eos. La primera de las cuales es esta que ocurre con Orión.

El encuentro sucedió en la Isla de Delos, tierra sagrada dedicada a Apolo, acto vergonzoso que hizo que Afrodita se entere y enfade con la pareja. 

Orión regresó a Iria para cobrar venganza a Enopión pero, luego de buscarlo por toda el territorio, no lo encontró porque, sabiendo que el héroe estaba retornando, se escondió en una cámara subterránea que le había construido Hefesto. Orión puso rumbo a Creta pensando que Enopión podría haber huido hasta allí. En el camino se encontró con Artemis, la diosa de la caza y siendo que ambos compartían la profesión de la caza, olvidó la idea de venganza y marchó con ella a cazar. 

Para este entonces, Apolo ya estaba enterado de que Orión había aceptado la invitación de Eos a compartir su lecho y que se habían amado en la Isla santa de Delos -La Aurora hoy se rubiriza cada día al recordar aquella indiscreción- y se dedicó a intrigar en el asunto. Se dirigió a La Madre Tierra y le habló de Orión diciendo que era un vanidoso y que se jactaba de ser quien mataría todas las bestias salvajes de la Tierra y esta mandó un escorpión monstruoso para que lo persiguiera. Orión atacó al escorpión con espada y flechas, pero la coraza del animal era extremadamente dura e impenetrable y resistía cualquiera arma de los mortales. El héroe se lanzó al mar y nadó en dirección a Delos para que la Aurora lo protegiese. 

Apolo lo divisó y preguntó a Artemis si podía ver esa cosa negra que se ve a lo lejos en el mar cerca de Ortigia. Le dijo que era la cabeza de un villano llamado Candaón y que acababa de seducir a Opis, una de sus sacerdotisas hiperbóreas, desafiándola a acertarle con una flecha. Candaón era el apodo Beocio de Orión, pero Artemis no lo sabía. Ella apuntó certeramente, disparó una flecha y atravesó al héroe con el proyectil quitándole la vida. La Aurora suplicó a Asclepio que lo reviviera, pero antes que pudiera realizar su tarea, un rayo de Zeus eliminó a Asclepio.

Artemis, compañera de caza de Orión, colocó su imagen en el cielo entre las estrellas, eternamente perseguido por el escorpión, convirtiéndolo en la constelación más bella de todo el firmamento. La más hermosa de todas las constelaciones.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Altro que sobre el amor

La única posibilidad de disfrutar enteramente un amor es no pidiendo garantía de certeza a cada una de las cosas que nos entusiasman. La actitud escribanil es la peor para un amante... un amante debe ser, antes que nada, crédulo. Y si lo que tiene frente a sí es un engaño, estará bien igual, si es que él está enamorado de ese engaño. Lo peor que puede hacer un amante es empezar con tareas detectivescas, para desarmar su propia ilusión, cosa que hacen muchos: lo primero que hacen cuando se consiguen una novia es tratar de desmentirla ¡Disfrútela, señor! Disfrútela en vez de averiguar en dónde está la trampa. Porque la trampa está ahí, en que la única forma de disfrutar es con un engaño. 

Los enamorados suspicaces preguntan todo el tiempo "¿me querés?" "¿te gusta tanto Thelonious Monk como decís?" Y en realidad la mina no tiene ni idea de quién es Thelonious Monk, le ha dicho que sí porque se enteró que a él le gustaba. 

Y todo es así... uno come arroz porque cree que al otro le gusta y se ejercita en unas preferencias que ni siquiera tiene... La verdad es que uno es una persona tan sencilla, tan elemental y tan deshilachada que no tiene preferencias. Algunos necesitan comprar el libro de Horangel para decidir su carácter según la fecha de su nacimiento, qué sé yo cómo soy yo ¿cómo es usted? No sé. Entonces me compro el libro de Horangel, miro "a ver qué día nací" y ahí me construyó un carácter: "usted es tenaz, perseverante" qué sé yo... 

En el caso de los amantes tampoco uno es nadie y da lo mismo... Da lo mismo el campo que la sierra, la playa... A uno le importa todo un bledo: si para enamorar a una dama hay que preferir la playa, la prefiero ¿qué me importa total? no soy nadie yo. Soy quien quieras que yo sea, y esa es la única cosa que soy: un ser proteico destinado a complacerte. Así que decime qué es lo que me tiene que gustar, y a mí me va a gustar... porque en realidad todo me importa nada. No me importa nada, no tengo ninguna preferencia que no sea aquella dictada por la más ciega y elemental pasión, lo cual ya no es una preferencia porque no es una elección, es algo que a uno le ha ocurrido.

Bueno, ocurrido ese accidente, que es el amor ¿qué le cuesta a uno preferir esto o aquello? ¡Da lo mismo, señor! "deme un helado de... de... de lo que quiera... de chocolate, de pistacho... me da todo igual." Uno se convierte en el presidente de la sociedad Todo me da igual. Todo me da igual menos una cosa: la mayoría de nosotros está condenado a vivir entre personas que no aman, esa es la verdad. Entonces si a uno le toca por diez minutos estar con una persona milagrosa ¡Disfrútelo! Disfrútelo en vez de andar preguntándole qué estaba haciendo a las cinco de la tarde. Y aprovéchelo porque no hay mucho de eso en el universo. La mayor parte del tiempo uno está con personas que no son el hombre o la mujer de su vida, el gerente de la radio, el tipo que vino a arreglar la heladera, el que nos atiende en el supermercado, qué sé yo.

Es necesario no desperdiciar el tiempo de felicidad que nos puede tocar en toda una vida ¿cuánto nos toca de felicidad en toda una vida? yo calculo que pueden llegar a ser unos veinte o veinticinco minutos Bueno, no hay que desperdiciarlos, porque esos son los minutos de felicidad que nos van tocar en toda la vida.

No hagamos correr ese minuto desconfiado.

sábado, 5 de marzo de 2022

Preguntas

A la hora de pensarme en pareja, o de elegir una -¿una?- pareja, no puedo dejar de imaginarme diferentes modalidades en que esto se presente en mí, cómo quiero que ocurra. Surgen entonces una cantidad de preguntas que es necesario responder, mejor dicho, no es necesario responder, es necesario hacerse. Sumergirse en la real profundidad que reflexionar sobre ellas implica, y luego ver si es posible encontrar las respuestas para ellas en su vida, pero esto último puede no aparecer, y casi nunca lo hace, como quien responde en la hoja de un crucigrama.

¿Cuántas mujeres conviene tener? ¿cuántas parejas conviene tener? ¿una o varias? ¿cuánto tiempo debe permanecer a mi lado la persona que he elegido? ¿toda la vida o un rato? ¿cuánto debe durar ese rato? 

¿Conviene separar la idea de procreación de la idea del amor? Parecería una pregunta central, ¿encuentro por un lado una cuestión de procreación (cada vez más alejada de mis deseos para mi vida en este mundo) y por otro una cuestión de amor? Pregunta que en algunos momentos de mi vida no hubiera podido plantearme.

¿Conviene el carácter exclusivo de las relaciones amorosas? ¿es posible prohibir a una persona enamorarse de otra solo porque ha celebrado un contrato conmigo?

¿Cómo debe elegirse la mujer o las mujeres o el hombre o los hombres? ¿de qué manera? ¿es de un modo racional? ¿de un modo individual? ¿debe elegir uno o dejar que otro elija por uno? ¿debe prevalecer el gusto personal? ¿acaso el interés de la comunidad? ¿debe haber una ceremonia mágica? ¿debe esto hacerse de forma individual o colectiva? ¿hago yo una elección delicada o en el medio de una orgía manoteo lo que caiga? ¿cómo hago esto? ¿debemos elegir todos al mismo tiempo en un día determinado del año o cada cual elige según le convenga?

¿Se puede deshacer un juramento amoroso? Son preguntas hay que hacérselas en serio alguna vez en la vida, tengo toda la sensación de que vivimos en una sociedad que tiene unas normas a este respecto que, sin embargo, no son espejo exacto de lo que sucede, no solo en el interior de nosotros -o de mí- sino en el exterior. 

No tengo respuestas a nada de esto, aun no las encuentro, aunque sí algunas ideas al respecto. No hablo de soluciones ni nada, son cosas en las que hay que pensar. Una de ellas es la renovación permanente del juramento: empiezo a creer que el juramento amoroso es algo que se debe renovar permanentemente, hay que estar en constante renovación. Voy creyendo que el amor es un estado de perpetuo riesgo e inseguridad, y sino no es el amor. Tenés que estar siempre con cierto temor, como el Rey del Bosque Sagrado de Nemi.

Puede que exista un espacio donde hay garantía, hay aval que asegure que esta persona que está a tu lado te va a amar siempre solo porque te lo dijo o porque firmó un contrato amoroso invisible y simbólico, o porque así lo han establecido las familias. No estoy seguro de que eso me gusta, que no me gusta de gustarme yo mismo en esa situación. No se si quiero estar con una mujer que me acaricia la espalda porque ha firmado un contrato matrimonial o porque me ha jurado que lo iba a hacer siempre. Me gusta engañarme pensando que la mujer esa me toca la espalda porque en ese momento no desea otra cosa más en el mundo que tocarme la espalda, y si yo por obligarla en ese momento a tocarme la espalda tuviera que someterla a la jurisdicción que fuere, si tuviera que obligarla y si supiera que este tocarme la espalda, por decirlo así, fuera hijo de una obligación y no un deseo, no estoy seguro de que me gustaría que me tocara la espalda. Cualquiera que sepa algo de estos asuntos sabrá que la mera sospecha de que el otro no está disfrutando de lo que hace sirve para invalidar nuestro propio disfrute. Entonces ese estado de riesgo e inseguridad voy creyendo que es esencial en el amor ¿quién nos puede asegurar que nos van a amar siempre? Nadie. Y, además, no quiero que me lo aseguren ¡por Dios no me asegures algo así! Detestaría caer en la confianza y la tranquilidad de que esa persona no se va a alejar de mí, no va a dejar de sentir cosas de mí. Odiaría en el espanto de criatura que me puedo convertir conociendo un destino como ese. 

No estoy hablando de una eterna paranoia en la que mezquino sentimientos y acciones a alguien por miedo a que sean echadas en vano. No quiero ser ese tampoco, hablo de una libertad de las más lindas que estoy conociendo, la mía y las del resto de los humanos que pasen por mi vida. No voy a guardarme nada de lo que sienta que puedo dar a quien me acompañe, toda emoción que me llegue gracias a quien elija estar conmigo ya es una emoción compartida, y siento que darla es lo más liberador para ambos. Me niego a dejar en estado de impotencia todo acto que nazca de en producto de un intercambio de amor entre dos. Considero que lo mejor es dejarlo salir sin andar calculando costos y beneficios en tanto quizá ese ser deje de amarme y no sepa cuando yo ¿qué clase de prisión sería esa? Creo que no sería distinta tortura a la de dejar de hacer cosas si total ella o él no se va a alejar de mí.

Me va pareciendo que hay que preguntarse estas cosas cada cierto tiempo y me pregunto en qué ocasiones, quizá cuando uno está viendo televisión o leyendo un libro y al entrar la mujer o la novia le pregunta a ella “¿qué hacés che?” y sigue con lo suyo. Si a uno le interesa mayormente eso que lee o ese programa que mira más que la mujer que acaba de entrar no se si es que ha llegado el momento de preguntarse si es que uno está ahí por alguna garantía que ha firmado o por algo que se supone que se espera de uno. 

No tengo soluciones a esto, no tengo respuestas a estas preguntas, solamente me hago preguntas incómodas, pero creo que es mejor tener este tipo de interrogantes que hagan ejercitar la revisión interior que tener respuestas cómodas y equivocadas. Y si lo que interesa (que a la sociedad pareciera interesarle) la ausencia total de cuestiones, la ausencia de tribulación, de aventura y de problemas, entonces lo mejor es que a uno le firmen un recibo de amor no perecedero “por el presente certifico que amaré durante toda mi vida al señor…” bravo. Y se queda tranquilo, total lo van a amar para siempre. O mejor aun todavía, no preguntarse estas cosas y hacerse la ilusión de realmente le gustan las cosas que a lo mejor no le gustan.

Y la vida es más fácil. Evitando cuestiones y creyendo que nos gusta que nos aricien la espalda cuando en realidad no nos gusta.

Ahora, si uno a resuelto jugar el juego grande, aquel según el cual uno sería capaz de morir nada más que para que le toquen la espalda, nada más que para que le tocaran la espalda, entonces ha llegado el momento de hacerse preguntas como estas y decir “no tengo respuestas, solamente sé que necesito que me acaricies la espalda”.

Creo que no vale la pena vivir teniendo respuestas para todo, a veces hay que buscar preguntas que hacerse. Y mantener con nobleza el puesto que la vida nos ha dado como cuidador de aquel Bosque Sagrado.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Capítulo 28

Cuentan que en el '88 Moura se mudó a San Telmo y se puso a remodelar su departamento como si fuera a vivir 100 años. Salía por el barrio a comprar antigüedades y en una de esas recorridas, ya enfermo de SIDA, se cruzó con Luca Prodan, ya enfermo de cirrosis, que también vivía en San Telmo. Luca le contestó "qué hacés". Federico dijo "bien, ¿y vos?". Le contó que compraba antigüedades para el departamento, “pero no podes ser tan consumista, Federico", le reprochó Luca. Ambos se conocían del Enstein, de Cemento, etc. Luca se lo dijo cargándolo, pero Federico lo tomo muy mal, luego Federico declaró "yo lo respeto a Luca. Es muy auténtico. Lo quiero ¡no me puede decir eso! ¡a veces lo odio!". Pero a Luca le entraba por una oreja y le salía por la otra. Admiraba a pipo Cipolatti y quería a Calamaro como un ahijado. El resto les parecían unos caretas, y esta bien. No se puede cambiar lo que uno es. De Cerati, Luca se burlaba largamente y eso no quita que Gustavo fuera un genio. Aprovechaba los recitales de Soda en el Einstein para vender casetes de Sumo… O sea, los esquilmaba, lo cual no significa que en el fondo no los admirara. 

Pensé bastante en Luca y Federico el último tiempo. No porque sean importantes para mí, son relevantes cuando los junto. Me mata viéndolos charlar, cruzándose en Humberto Primo y Piedras cuando Alfonsín fracasaba con el Plan Austral. Ellos ya enfermos pero igual imaginando el futuro. Nunca Luca y Federico Moura protestaron porque se morían de cirrosis o de SIDA. Nunca se quejaron de la mala suerte o porque la hiperinflación de Alfonsín lo hundiera aún más. Nunca se victimizaron. Al revés, aprovecharon cada segundo de esa década fracasada que los hizo inmortales. Yo era chiquito, mi primo me llevaba en andas y vestía camisa de jean. Me decía que era chiquito y me enseñaba música, todo lo que escucho hoy, y todo lo que descubro se lo debo a él. Yo ni sabía que existían Virus o Sumo. Como mucho conocía Bersuit, los Cadillacs o los Pericos.

Sin embargo, Federico y Luca me llegaron después como si me hubiesen criado.

Eran lo que querían ser.

sábado, 21 de agosto de 2021

Otra lectura del Mito de la Caja de Pandora

Hay una segunda lectura del Mito de la Caja de Pandora, la esperanza salvadora y bla bla...

Después de la ira de Zeus tras el engaño de Prometeo con las bolsas de huesos de toro, esa que hizo que haciéndole elegir entre una y otra bolsa, los dioses se quedarían para toda la historia con los huesos y la grasa de los huesos, y la humanidad con la carne y todo lo demás. Zeus recaliente priva a la humanidad del uso de fuego "a partir de ahora si se quedan con la carne la van a comer cruda". A lo que el embustero Titán, amigo de la humanidad pide permiso a Atenea  para ingresar al Olimpo, y robar el fuego del Carro Ígneo del Sol para llevarlo en una astilla a la tierra de los mortales. 

Zeus en una segunda calentura, podrido de la viveza de Prometeo, hizo crear una mujer de arcilla para que Hefesto insufle sobre ella los cuatro vientos y le de alma, le de vida. Los dioses y diosas la adornaron de toda clase de dones y virtudes, menos Hermes que la vuelve mentirosa, falaz, tonta y perezosa. Zeus se la obsequia a Epimeteo, el hermano de Prometeo, como la mujer más bella y hermosa jamás creada. Su hermano le había advertido que no acepte ni por broma un obsequio de Zeus, pero éste no pudo resistirse, entiendo que a la primera se excusó "no hace falta mi querido Zeus.." pero no aguantó.

Esta muchacha traía consigo una jarra (que al parecer no era tan caja), como regalo de la boda, una jarra con una tapita. Y le pide que no las abra, "en esta jarra están contenidos todos los males que podrían sucederle a la humanidad, y que trabajosamente hay sido depositados en ella durante milenios, no la abras porque podrían salir esos males." 

Y Pandora la abre.

Y de ella salen la vejez, la fatiga, la enfermedad, la locura, el vicio y la pasión.

Y no me extraña que se los nombre así y no como pecados capitales, porque no son una falta a una regla o normativa, sino vistos como un pesar, una carga, una esclavitud. 

Estos males atacan primeramente a Pandora y Epimeteo y luego a toda la humanidad.

Pero hay algo que salva a la humanidad: la esperanza, la esperanza engañosa que mintiendo consigue que todos los hombres no se suiciden en masa "no estás tan loco, no estás tan viejo", mintiendo. Porque ya estamos malditos, y esa mentira es una salvación. No es esa esperanza salvadora y nada más, eso no tiene sentido, es esa que nos miente y nos hace creer que nuestra condición no es tan miserable.

Comprendo que es un noble engaño, que a pesar de mentirnos, la esperanza es la verdadera heroína dentro de todo el lío de males que me atacan hoy, permitiéndome seguir un día más, un día a la vez. Aunque no sepa leer bien la esperanza que me promete, aunque abstractas se presenten sus promesas, ella nos habla, al oído y de una forma que sabemos escuchar, ella que fue un error de los dioses, ideada como un mal más, se presenta como heroína engañándonos a todos, no ante los pecados capitales hijos de nuestra inconducta, sino de los males propios de nuestra finitud, de nuestra miserable condición humana y mortal.

El día que sea más barato no morirse seremos inmortales.

[Inserte cualquier rocanroll de barrio, hoy su letra tendrá más sentido que nunca.]